Yo estuve allí - Tribulation, Wintersun, Arch Enemy - Ratmatazz Barcelona
No es que haya dejado de ir a conciertos, no escribí por el camino el tributo a Roots con unos Cavalera recordando viejos tiempos, Moonspell, los lobos lusitanos, nunca tengo bastante, con el fantástico álbum del pasado año, Extinct y hace un par de meses un frío halo norteño con Myrkur (que merecerá un post aparte of course) y Solstafir.
Pero volvamos a la más rabiosa actualidad. Esperaba con ilusión este concierto por las tres bandas principales, no siempre se consigue un cartel tan atrayente, de grupos con estilos diferentes, con personalidad y calidad musical.
Debo confesar que lo que más me llamó en principio fue que vinieran Tribulation. Hace un par de años ya que se convirtieron en uno de mis
grupos de cabecera. “The children of the night” me cautivó desde las primeras
escuchas, con su sonido onírico, con varias influencias, entre las que creo
distinguir uno de mis “best of all times”, los primeros Tiamat. Los vampiros
suecos han sabido crear ese halo de melancolía, oscuridad y magia, con melodías
hipnóticas y momentos más black metal, con pasajes inolvidables. Allí estaban en
Razmatazz, puntuales a las 7 (llegué justo para verles empezar).
Otra vez cambio de escenario, esta vez para
recibir a los cabezas de cartel. Que decir de Arch Enemy, uno de los grupos
históricos del mundo del metal. Desde que el señor Amott dejó sus Carcass (otro
de los best of all times) para dar sus primeros pasos con su “super-grupo”
hasta hoy. Debo decir que nunca fueron de mis favoritos, no porque no apreciara
su música (aunque han tenido diversos altibajos), sino porque no puedes
dispersar tu atención entre los cientos de grupos que te gustaría. A pesar de
eso siempre les he respetado y les he ido siguiendo de forma irregular. También
me hice con el último trabajo, “Will to Power”.
¡Qué estilo tan diferente de
los anteriores! Pero me encanta. Metal directo, fresco, con las referencias a
los inolvidables Judas con las guitarras cruzadas. Desgranaron diversos temas
del nuevo disco, como “The Race”, “Blood in the Water” o “The eagles flies
alone”, además de clásicos como “War Eternal” o “Némesis”. La gente estaba entregada, estupendos músicos
y una Alissa White-Gluz que hace de “front-woman” fantástica, jaleando al
personal. Acabamos reventados de gritar,
saltar y cantar los diferentes temas.
Pero volvamos a la más rabiosa actualidad. Esperaba con ilusión este concierto por las tres bandas principales, no siempre se consigue un cartel tan atrayente, de grupos con estilos diferentes, con personalidad y calidad musical.

Entre humo que
diluía sus siluetas diabólicas tocaron varios temas de sus discos, estuvimos
disfrutando de la famosa “Melancholia”, la fantástica Strange Gateways Beckon (éxtasis) y de la
presentación, entre otras, de las canciones de lo que será su nuevo trabajo en
2018, que esperamos ansiosos, “Down Below”, con los temas “Lady Death” o “The
lament”. Una buena entrada para un
concierto que fue mejorando por momentos.
Cambio de decoración, cuadros de bosques del
norte para recibir a Wintersun.
Debo confesar que, aunque había leído varias
entrevistas a Jari, y tenía referencia del éxito que estaban cosechando en toda
Europa, compré su nuevo álbum “The Forest Season” sabiendo que iba a ir al
concierto. Fue un pelotazo, de esos discos que empiezas a escuchar y te das
cuenta de lo buenos que son. Canciones larguísimas, con una épica que recuerda
los buenos tiempos del power metal, con músicos en directo geniales. Lástima
que tocaron sin bajo, por una indisposición, pero los demás lo dieron todo. Ya
me di cuenta entre el público que había auténticos fanáticos de la banda
finesa. Disfrutamos de las canciones del nuevo disco, himnos que cantamos,
bailamos, headbangeamos….
Fue una auténtica fiesta vikinga. Tocaron canciones de
sus otros dos álbumes, que no conocía (cosa que durará poco, ya los tengo en la
lista) y que llevaron al éxtasis a los más fieles. Foto final para el
Instagram, con una sala llena y rendida a los pies de los nórdicos.


Un concierto estupendo, que demuestra que el
buen metal puede expresarse con estilos muy diferentes, pero con una base común
que los que llenábamos la sala barcelonesa supimos apreciar. ¡Metal madness
forever!
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