Las cruces


Hace muchos años ya que mi padre me habla de las cruces de mayo. En Piedrabuena, Ciudad Real, en el centro de España, cada mes de mayo se crean esos escenarios entre lo religioso, lo onírico y lo artístico.
Se trata de habilitar una habitación de la casa, o crear un espacio nuevo en los grandes patios del lugar, transformándolos en un paisaje con la Cruz cómo centro. Algunas son más parecidas a altares, con una semejanza a lo que podemos ver en el catolicismo de algunos países sudamericanos. Para mi las interesantes son las otras. Pareces entrar en otro mundo: el sonido constante del agua de las fuentes, el olor a jadrea y otras hierbas campestres y las composiciones tipo diorama te trasladan a un paisaje casi místico. La cruz suele ser de madera, integrada completamente en el resto del cuadro. Tiene un toque entre romántico y tenebroso (pues podría ser la de cualquier tumba). Recomiendo disfrutarlas en soledad, aunque no es tarea fácil pues se mezcla la tradición con la fiesta: la cruz también es una excusa para la reunión social, de los que la han creado y los amigos y conocidos, que comparten conversación, bebida y alegría.
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